Esta semana tuve un problema con una rueda del coche y me vi una mañana esperando dos horas en el taller para que me cambiaran la rueda. No ocurre todos los días, pero a todos nos pasan alguna vez estas cosas. Me detengo en esto que no deja de ser una anécdota porque aunque estuve tiempo esperando –éramos muchos con el mismo problema- no me importó porque sinceramente me encontré muy agusto. No porque estuviera en una sala confortable esperando, que estuve en la calle; no porque me dieran un café…Nada extraordinario porque no tenían por qué hacerlo. Estuve muy contenta porque el personal era tan simpático y era tan amable que me sorprendió. Desde primera hora de la mañana eran amables y seguro que es muy fácil perder la amabilidad en segundos, porque todos los que estábamos allí íbamos con prisa, todos teníamos cosas que hacer y todos queríamos que se arreglara lo antes posible, pero el personal en todo momento estaba feliz, con una sonrisa en la cara, informando de todos los pasos, mostrándote lo que hacían…Quizás es que ya no estamos tan acostumbrados a que la gente sea amable en exceso. Hay gente correcta, pero pocas personas extraordinariamente amables, y todas a la vez me sorprendió.
Quizás lo valoré un poco más porque la tarde anterior había vivido el caso contrario con un profesional de la telefonía. Se notaba que no le gustaba su trabajo; no disfrutaba porque nos trató como si fuéramos un mueble. Nos sorprendió para mal porque hizo su trabajo regular y sin dar pie a explicaciones. De estas personas que su actitud daña la relación laboral que puedas llegar a tener.
¿Ser amable se aprende? Yo creo que hay gente que nace así y otros que se hacen. Si estás en un entorno donde el ambiente es amable tú puedes ser amable. Se nota cuando las personas están contentas donde están. Cuando estás en un sitio donde te encuentras agusto, donde las personas saludan, te desean buenos días, buenas noches…te vas y que pases un feliz día. ¿No resulta todo más sencillo? Incluso a quien es más recio –porque no todos somos iguales- termina siendo amable. Si tienes que esperar hasta lo llevas mejor. Donde se genera un ambiente de alegría, de cordialidad, de simpatía…la vida es mejor, aunque sea todo complicado, aunque estemos llenos de tristezas, pero ¿no somos todos mucho más felices?
Dicen que la alegría es la emoción que nos da fuerzas para el camino de la vida. Rodearse de personas alegres es un lujo, porque su alegría se “pega”; persona que te sacan una sonrisa en cualquier momento, con una ocurrencia,…son personas que alegran allá donde estén.
La amabilidad y la alegría suelen ir de la mano en muchos casos y generan comportamientos y actitudes postitivas. Son personas que se quieren a ellos mismos y que con su actitud también se desprende que quieren a los demás.
La amabilidad se considera un aspecto beneficioso en el ámbito laboral y en todos los grupos donde nos relacionamos. Totalmente de acuerdo porque las personas amables generan buen ambiente porque se dirigen a los demás con educación, con respeto, con agrado. Suelen ser así. Las personas amables son queridas, respetadas y son beneficiosas para la convivencia.
Las personas amables se les nota enseguida; en la forma de saludar, en la forma de mirar, en la forma de sonreír. Endulzan el corazón de los demás.
¡Bravo por las personas amables! ¿Cuesta tanto serlo!
Muchas gracias por todo. @moniqueilles /Mónica Moreno
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