Relato: Todo va salir bien


Primer martes del mes de diciembre. Un martes gris, con amenaza de lluvias. No hacía excesivo frío para ser el mes de diciembre. Un martes que no era un simple día de la semana; era un día en el que comenzaría algo nuevo; un día cargado de esperanza y de muchos miedos, tantos que impedían avanzar. Era el primer martes de diciembre de 2015 de Juan Antonio.

Juan Antonio daba inicio a una nueva etapa en su vida. Quería intentarlo de nuevo, aunque fuese su última vez; no sabía si volvería o no. No creía en la magia de la Navidad por lo que le daba lo mismo estar cerca o lejos, solo o acompañado, un mes que otro. Desde hacía muchos años ya en su vida no había Navidad. Se despidió con un “hasta pronto” de sus pocos amigos. “Volveré”, dijo con la voz apagada y se marchó con apenas una mochila de equipaje hacia la parada del autobús. Subiría al autobús y diría adiós a su anterior vida. Ya nada le quedaba en este pequeño pueblo. Su mujer había fallecido hacía cuatro años y su hija –de 23 años- estudiaba en Madrid. Ella era su única familia, la familia que le apoyaba y le quería; la familia que no le juzgaba. Ahora no estaba con él, trabajaba en la ciudad para pagarse sus estudios de enfermería. Estaba solo, sin nada, sin hogar, sin familia y sin amigos.

Juan Antonio, de 50 años, es soldador profesional. Ha sido oficial de primera y ha llegado a ser maestro de soldadores. Un hombre con mucha sabiduría porque le gusta mucho leer libros de filosofía y de escritores de la Edad de Oro. Con una voz que atrapa y con una personalidad carismática. Se sentía fuerte, con ganas de comenzar algo nuevo.

Hace cinco años y medio se quedó sin trabajo porque la empresa en la que trabajaba fue vendida a una multinacional que mecanizó todos los procesos. Los nuevos dueños se quedaron con los profesionales más jóvenes y despidieron a los que llevaban más años. Toda la vida en una empresa y de la noche a la mañana nadie valoraba tu experiencia y tu trabajo. Se había convertido en un estorbo, todo por tener 50 años.

Juan Antonio había vivido muy bien. Había podido disfrutar con su mujer y su hija de vacaciones, festivales, conciertos, fines de semana, viajes, etc…Tuvo una vida bastante satisfactoria, pudiendo vivir cómodamente. Llegó el paro, pero éste no vino solo, sino acompañado de la enfermedad de Paula, su mujer. A los pocos meses de quedarse sin trabajo a Paula le detectaron una enfermedad, en la que apenas le daban tres meses de vida. Una enfermedad que todos vivieron y que todos lucharon. Fue mucho tiempo de tratamientos porque Paula sufrió la enfermedad trece meses. Un diez de diciembre de 2010 murió. Juan Antonio intentó siempre que su mujer tuviera calidad de vida en los meses que estuvo enferma, consiguiendo que ésta fuera feliz; con tratamientos muy costosos y con todo tipo de cuidados que ayudaran en su enfermedad. Poco a poco su economía se fue debilitando, el dinero salía pero no entraba. En estos meses Juan Antonio no se daba cuenta de que los ahorros se iban agotando.

Hasta que una llamada del consultor del banco le alertó de que le quedaban pocos ahorros y que si no conseguía trabajo no podría pagar la hipoteca de su casa. Le quedaban solo dos años para amortizar la deuda. Sólo dos años. Pero no había trabajo, no había ingresos y al final se quedó sin recursos. La familia no le ayudó, tampoco Juan Antonio quiso pedirlo. El desenlace: se quedó sin casa. Su hogar de los últimos 23 años.
Nada le quedaba allí. Todo ahora eran malos recuerdos por lo que tenía que intentar comenzar de nuevo y buscar una salida. “Cuando una puerta se cierra otras se abren”, meditaba Juan Antonio cuando subido en el autobús veía el paisaje pasar.

Este hombre buscaba un trabajo digno, que le permitiera vivir o sobrevivir y tener una casa donde su hija pudiera ir a verle, por eso salió de su pueblo con 700 euros. Ha recorrido varias ciudades, ha llamado a muchas puertas y ha intentado trabajar en lo que fuese. “Da igual yo tengo manos para poder hacerlo”, pero su edad parecía ser el principal impedimento. “No tienes el perfil que estamos buscando”. “Eres demasiado mayor”…tantas y tantas razones que poco a poco van haciendo desaparecer la esperanza de volver a trabajar.

Después de recorrer más de una quincena de ciudades, Juan Antonio llega por casualidad a Toledo. Una equivocación le hizo subirse a un autobús que iba a Toledo. Ya sólo le quedaban 10 euros, y poco podía hacer. Al llegar a la Ciudad Imperial caminando pensativo se encontró a José y le preguntó por un albergue donde pudiera lavarse y poder descansar. José le miró con ternura, y le dijo: “¿Qué te ocurre?”. Había dejado de ser invisible. Juan Antonio conmovido comenzó a llorar porque en muchos años nadie le había preguntado: “¿Qué te ocurre”, y un desconocido le hizo esa pregunta. Juan Antonio le contó brevemente su historia y José, que estaba acompañado por su esposa, le subió en su coche y le acercó al albergue de Toledo.

La casualidad quiso que José, voluntario del albergue de Toledo, fuese su ángel de la guarda, ese ángel que todos tenemos, pero que pocos descubrimos. José tranquilizó a Juan Antonio: “No te preocupes, todo va a salir bien”. Era un 23 de diciembre cuando cruzó el umbral del albergue de Toledo. Eran sobre las 13.00 horas, cuando estaban comenzando a entrar las personas alojadas en el albergue en el comedor. Esperó unos minutos en el patio toledano del albergue y encontró un pequeño belén que había, y mirando a la Virgen, supo que “todo iba a salir bien”. Enseguida fue atendido, con sonrisas, con afecto y con alegría, porque “todo iba a salir bien”.

No creía en la Navidad, pero un 23 de diciembre comenzó a creer, porque la Navidad la hacen las personas que tienden la mano; que te dicen “¿Qué te ocurre? “ o “no te preocupes, todo va a salir bien”. Ahora su familia son las personas que como él están solos, sin recursos, enfermos y abandonados. Ahora su familia son Carlos, Pedro, Santiago o Juan, y José que desde el primer momento estuvo con Juan Antonio para apoyarle y para decirle “no estás solo”.

Un año después, Juan Antonio ha encontrado trabajo en una pequeña empresa de un pequeño pueblo de Toledo, no es mucho pero puede pagarse una habitación y puede ir a ver a su hija cuando él quiere. Ha comenzado de nuevo, porque “es Navidad”.

@moniqueilles /Mónica Moreno P.D.- Este relato no podrá reproducirse en otro medio sin permiso ni autorización de la autora.

P.D.- Es una historia real, y hoy, mayo de 2017, Juan Antonio es feliz; ha encontrado trabajo y está muy contento.